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MOVADEF tiene razón: Instrucciones para discutir con un gritón

Publicado: 2012-07-04

http://www.youtube.com/watch?v=WC1OFoMD9zQ

Cuando era chico era delgado, débil y bajito, y bastante tranquilo. Quizá por eso durante los años del colegio fui pasto de matones y abusivos, que se banquetearon conmigo como quisieron sin que yo pudiera responderles. Y algunos de los cuales ahora recuerdan como gloriosos esos años en que destrozaban o escupían en mis libros, engrapaban o hacían dibujos obscenos en mis cuadernos, me molían a golpes en el recreo (con apanado o callejón oscuro de por medio, o no) o me lanzaban al techo de una cabaña del estadio deportivo durante las horas de educación física.

A ellos, muchas gracias. Temprano, muy temprano en la vida me obligaron a renunciar a la posibilidad de defenderme a través de la fuerza bruta. Y buscar una tabla de salvación en la única herramienta que estaba a mi alcance para sobrevivir: la capacidad de argumentar.

Ahora bien, si bien saber argumentar me permitió sortear con suficiente decencia mi vida de errático estudiante universitario, debo reconocer que no me sirvió de mucho para ubicarme políticamente en los vertiginosos años ochenta y noventa peruanos, cuando no solo no tenía la formación necesaria para embarcarme en discusiones políticas sino que simplemente no había posibilidad de argumentar. Pues, tanto para defender al Estado como para atacarlo, la capacidad de debatir era no solo absolutamente inútil sino intelectualmente despreciable. Como en toda guerra, el espacio político estaba dominado por las acciones de los extremos y no había lugar para escuchar los razonamientos del oponente y dialogar tratando de rescatar lo que pudiera ayudarnos en el esclarecimiento de una salida, por lo menos intelectual.

Si compartías el diagnóstico de que el Perú vivía una situación de injusticia social estructural, pero disentías de los métodos violentos para modificarla, entonces para los activistas de Sendero eras un ingenuo político y por lo tanto políticamente irrelevante. Por otra parte, si creías en la democracia y el Estado de derecho, pero te indignabas y protestabas por la crueldad, carencia de escrúpulos y falta de respeto a los derechos humanos en las acciones contrasubversivas, eras para los partidarios de la mano dura un ingenuo político y tonto útil del terrorismo y te convertías en igual de irrelevante.

Quizá tenían razón: no puedo hablar por otros pero pienso que yo y mi ingenua capacidad de argumentar éramos irrelevantes. Lo cierto es que en aquellos tiempos renuncié a debatir. Un poco por impotencia. Un poco por no tener ninguna propuesta política alternativa al terror. Pero en gran medida por miedo. Después de todo ¿cómo puedo decir lo que pienso realmente a aquel que está listo para suprimirme físicamente si yo no estoy de acuerdo con él/ella?

Hubo gente que sí lo hizo. Que disintió en voz alta y, desde posiciones de liderazgo, trató de mostrar con sus acciones un camino alternativo. Entonces Sendero sí la consideró políticamente relevante y la aniquiló, pues obstaculizaba la “agudización de las contradicciones sociales”, indispensable para que la situación social y política se volvieran insostenibles, “el pueblo” perdiera la paciencia y se decidiera de una vez por todas por la acción revolucionaria como única salida. Que lo diga María Elena Moyano.

Justamente es en estas cosas que estaba pensando cuando vi el video del señor Alfredo Crespo y los seguidores de MOVADEF irrumpiendo en la presentación del libro del señor Gonzalo Portocarrero titulado: “Profeta del odio”. Cuando le dieron la palabra –o él simplemente la tomó, no se ve claramente en el video- pensé de inmediato en esos bullies del colegio que, después de haberme hecho la vida imposible en primero, segundo y tercero de media, se me acercaron durante los dos últimos años de la secundaria como si nada hubiera pasado a pedirme que los ayudara a prepararse para ingresar a la universidad. Y algunos de los cuales –qué graciosos- ahora quieren que sea sus amigos en Facebook.

Me acordé de todas aquellas veces en que me quedé callado por miedo cuando los senderistas irrumpían en un local y empezaban con sus monólogos monocordes que no admitían intersticio y mucho menos debate. En que todo, absolutamente todo en este acto teatral bien ensayado, destilaba una velada amenaza física al que osara oponérseles, de la que eran conscientes y que sabían utilizar en su provecho. Me acordé de todas aquellas veces en que sentí vergüenza de mí mismo por no saber cómo actuar ante la prepotencia de su numerito. En aquellos viejos tiempos en que lo único que tenía era una precaria formación, una incipiente pero inútil capacidad de argumentar y mucho, muchísimo miedo.

Y de inmediato me acordé: ya no estamos en esos tiempos. Y, viendo a Alfredo Crespo y la gente de MOVADEF en acción no me indigné, no me molesté. Sonreí. Porque si bien él y sus compañeros habían logrado secuestrar la presentación del libro del señor Portocarrero, la prepotencia había perdido todo su efecto teatral. La gente del auditorio a su alrededor estaba visiblemente desconcertada, pero no intimidada. No sabía qué sentir, qué hacer ni qué decir pero, tal como lo expresó el señor Portocarrero, YA NO TENÍA MIEDO.

Los tiempos en que era imposible discutir han terminado. Podemos dudar de la eficacia de la discusión, pero por lo menos ahora podemos hacerlo. No gracias a ti, Alfredo, ni a tu líder. Ustedes no depusieron las armas. Fueron derrotados en la guerra. ¿Dónde se ha visto a un vencido que desee imponer los términos y condiciones de la reconciliación? Nadie puede obligar a otra persona a perdonarlo, tiene que ganárselo a pulso. Y ustedes no lo van a lograr si no piden disculpas sinceras y sin peros ante las víctimas de sus acciones y al país. Pues cuando ustedes dicen que se trataba de una guerra, se olvidan de que fueron ustedes los que la declararon. Cuando dicen que hubo muertos de ambos lados, es claro que están pensando solo en los muertos senderistas y en los de las fuerzas contrasubversivas. Que están ignorando activa y pasivamente –como siempre lo han hecho- a la gran cantidad de ciudadanos anónimos e inocentes que ustedes asesinaron o dejaron asesinar, y que no dudaron en considerar carne de cañón.

Buena suerte con su planteamiento de amnistía. A ver a quién convencen de aceptar la cínica ignominia de lo que plantean, que se parece más a un intercambio de prisioneros que a un acto de contrición política. O sea: liberemos a todos y así tendremos pacificación. A Abimael Guzmán y a Alberto Fujimori. A Morote y a Montesinos. A Elena Iparraguirre y a Telmo Hurtado. ¿He comprendido bien y es esto lo que están planteando? En caso afirmativo ¿no se dan cuenta de que están equiparando a Fujimori, Montesinos y compañía, juzgados y sentenciados merecidamente como simples y vulgares criminales, con Guzmán, delincuente supuestamente político? ¿O insinúan, como los fujimoristas, que Fujimori, Montesinos y sus cómplices no recibieron un juicio justo, y están en la cárcel merced a puras represalias políticas?

Por otra parte ¿no se dan ustedes cuenta del risible desequilibrio en la balanza? Pues están olvidando un pequeño detalle. A Guzmán, Morote e Iparraguirre los atrapó el Estado peruano. Y a Fujimori, Montesinos y Telmo Hurtado no los atraparon ustedes sino –también- una versión distinta del mismo Estado peruano. O sea: yo perdí y tú ganaste, entonces liberemos a los presos. Tú a los tuyos y tú a los tuyos. ¿Cómo se dice “Qué tal concha” en el nuevo libro rojo del renovado pensamiento guía Camarada Gonzalo?

Sigo viendo y escuchando tu intervención en la presentación. Y curiosamente, cuando señalas que un libro con un título como “Profeta del odio” no ayuda al debate, estoy de acuerdo contigo. No sirve de mucho decir que las acciones del señor Guzmán se originaron en supuestos resentimientos sociales del susodicho. Incidir en las supuestas motivaciones que lo guiaron es, tal como dijiste, puro psicologismo. Es además peyorativo decir que es un profeta y no tiene sentido imaginar los sentimientos que albergaba cuando era aún incipiente cuarta espada de la revolución mundial.

Ahora bien, si no vale especular sobre las motivaciones de una persona en un libro de pretensiones políticas, entonces tampoco vale presentar las motivaciones ideológicas de tu representado como atenuante de sus delitos. Y este deja de ser inmediatamente el preso político que dices que es. Pues ¿cuál es la diferencia entre un preso político y un preso común sino en que uno tiene motivación ideológica y el otro no?

http://www.youtube.com/watch?v=lNwcCq5AWl8

Sí. Definitivamente la expresión “profeta del odio” es demasiado especulativa y psicologista. Calificar a Guzmán de simple y llano criminal masivo hubiera sido más exacto. ¿O no estás de acuerdo, Alfredo, con que el camarada Gonzalo dio el visto bueno a la matanza de Lucanamarca? No me creas a mí. Lo dijo él mismo en su libro, que tú mismo comentaste ante el periodista César Hildebrandt, en la entrevista que te hizo. Pierde tu tiempo tratando bizantinamente de esclarecer si se trató de un delito político o no. Dudo que a los deudos de los sesenta muertos de Lucanamarca les importe un comino qué tipo de motivaciones le pasaba por la cabeza a tu defendido cuando se jactaba de manera asquerosa de haberlos liquidado.

Te sigo viendo y escuchando. Ahora protestas porque se califica a tu representado como un “monstruo amoral”. Y nuevamente te doy la razón. El mentado no carecía de moral. Es obvio que su comportamiento obedecía a un código ético político en que los fines justificaban los medios. En el que era completamente legítimo utilizar como carne de cañón a personas inocentes para llevar a cabo sus fines políticos. Sería muy interesante que nos dieras más detalles de esta interesantísima “moral revolucionaria”.

Hay muchas personas que piensan que es una pérdida de tiempo discutir con ustedes. Yo estoy en desacuerdo. Creo que es absolutamente inevitable y necesario dialogar. Enfrentarlos y responderles –con argumentos, no con insultos. No dejarse intimidar por sus consignas en voz alta y su pequeño teatrito, e inclusive pensar en reglas de juego de las discusiones futuras que les impida monopolizar el discurso, como hicieran en el pasado. Darles un espacio para que hablen, pero callarlos con firmeza si no respetan las reglas de juego del debate democrático. Tengo muchas ganas de saber más sobre su muy graciosa amnistía general. Familiarizarme con los detalles de su autocrítica consecuente a su derrota, si la hicieron. Conocer su posición con respecto a las acciones del movimiento llamado Sendero Luminoso en el VRAE, si tienen alguna.

Eso sí. Habrán podido obtener electoralmente la alcaldía de esta o aquella localidad, pero se les obstaculizará legítimamente el ingreso a la vida política formal si no renuncian explícitamente al alzamiento en armas como método político. No podrán darnos gato por liebre. Pues, por lo que han dejado traslucir en sus intervenciones, consideran la democracia simplemente como a un instrumento que quieren utilizar en la presente coyuntura para conservar y ampliar presencia política mientras esperan una “correlación de fuerzas” más favorable para ustedes. O sea, para ganar tiempo y espacio mientras preparan una nueva lucha armada contra el Estado. Y llegar a la dictadura del proletariado. ¿O tienen algún otro tipo de proyecto político en mente?

Hay que aprender a jugar al nuevo juego. No creo que haya que abandonar el tablero antes de comenzar. A ver cómo justifican las acciones pasadas de Abimael Guzmán y Sendero Luminoso, de quienes son ahora la fachada legal (nadie es cojudo). Pues si quieren realmente la reconciliación, no vale escamotear responsabilidades con el argumento mezquino de que ustedes no tuvieron nada que ver con sus acciones. Qué cómodo. Defienden las acciones pasadas del señor Guzmán, lo representan y comparten su ideario político, pero no tienen nada que ver con él. O sea: croa como un sapo, salta como un sapo, tiene la forma de un sapo, pero es un príncipe. A ver quién se anima a ser la princesa que los bese.

Juguemos. Ustedes saben bien que si se les reprime, salen ganando. Y que, si la gente se queda callada, salen ganando también. Veamos qué tal les va en una discusión franca y abierta.


Escrito por

Rafael Dumett

Dramaturgo y escritor peruano.


Publicado en

Espía inca

Un blog de Rafael Dumett